SÉPTIMA PREGUNTA
Y RESPUESTA:
Alfredo:
¿Por qué tenemos
que morir?
El Escriba:
Para desvelar el
misterio
que representa la muerte
debes preguntarte antes:
¿Qué es
la muerte? ¿Quién muere
en realidad?
¿Quién soy yo?
En verdad te digo, Alfredo, que
quién está vivo
no puede
morir. El origen de la
vida no se encuentra en este mundo.
Por causa del
desconocimiento de la Realidad
que es
DIOS y
del Plan
que Él
tiene para cada uno de nosotros,
nos pasamos
la vida
huyendo de la muerte,
sin comprender qué es la Muerte.
Vivimos de espaldas
a la
realidad que nos toca vivir,
corriendo tras los ideales de
la mente, para tropezarnos con
la frustración, el
dolor y
la muerte. Confundiendo nuestras vidas y desaprovechando la finalidad de las
mismas, que no es otra que
el regreso al lugar del que procedemos,
habiendo ganado el conocimiento
de la
Causa de todas las cosas, para
poder disfrutar,
al fin,
de la
Libertad,
la Felicidad
y la Plenitud,
propias de la Inmortalidad
y la
Eternidad que nos corresponden por ser Hijos de DIOS.
Hijos de
su Atención,
su Razón
y su
Voluntad.
DIOS no está para
rezarle. Si un Padre quiere
enseñar el oficio a
su hijo
y éste se dedica a
rezar, el Padre se
desespera.
Bien está que seamos
agradecidos con el Gran Creador,
nuestro
Padre, pero lo que Él espera
de nosotros es
toda nuestra atención, nuestra mejor
reflexión
y nuestra mayor comprensión.
La Plenitud
del Espíritu se alcanza
al comprender
la Totalidad que
es Él.
No es rezando
como nos
acercamos más deprisa al Creador,
sino siguiendo
sus pasos, comprendiendo su Obra. La
Realidad que Él nos muestra,
la Realidad
en que vivimos, nos movemos y tenemos
el Ser.
De modo que,
el estudio del
Espacio y del Tiempo, en
realidad, su Razón y su Voluntad,
son pasos
necesarios para alcanzar la comprensión
práctica
de DIOS.
En la medida que le
comprendemos, nos vamos
acercando a Él. Su Plan
es dar
a cada una de sus
partes
memoria de la Totalidad
que ÉL
ES. Todos somos parte suya, todos
hemos de lograr la Conciencia Propia
de DIOS,
su Memoria.
Por nuestro
origen, todos estamos condenados
a ser
Dioses, a compartir con
ÉL, su
Perfección, su Plenitud,
su Eternidad.
Quiere enseñarnos
la verdad que
somos y la perfección
que podemos alcanzar.
Pero, en lugar
de estar atentos
a su
Obra, que
el Tiempo
nos va
mostrando
de instante en instante, le
damos la
espalda y nos empeñamos en
dirigirnos hacia el Espacio, que
es la Muerte.
Quienes tienen miedo
a la
palabra Muerte no comprenden
su verdadero
significado.
Es cierto que la
Muerte
reina en
este
mundo de
Tres Dimensiones.
Nuestro
cuerpo físico, nuestra Razón
propia, se construye con
materia
de este mundo,
y como
tal, está sujeta a las
leyes que
rigen la
materia,
el Espacio,
que resulta ser
frío,
inerte,
muerto.
Una cosa es
el Espacio
y otra cosa
es la
vida que
anima el
Espacio.
Quien anima el
Espacio,
quien le da movilidad, movimiento,
es el
Tiempo.
Sin comprender el verdadero
significado
del Tiempo no se puede
entender
el significado de la Vida.
Cómo se manifiesta,
de dónde
procede y dónde se origina.
La mayoría
de la
gente
intenta proyectar su
vida según
sus deseos,
sin considerar
el factor determinante,
el Tiempo. Es por ello
que la
mayoría
ve frustradas sus
propias expectativas, ve cómo
sus deseos
chocan con la Realidad que,
como una mano invisible,
gobierna nuestras vidas. Viven
de espaldas
a la
Realidad que el Tiempo Es.
Sólo unos pocos
viven de
frente,
alertas
al devenir, atentos
al ahora, a
la Realidad
que se renueva a cada
instante, analizando
las novedades
que nos
trae el
Tiempo, el mayor condicionante
de nuestras vidas.
Estos pocos no necesitan ser
guiados, no se encuentran
perdidos, aprenden a leer las señales que da el Tiempo.
No necesitan ayuda
para salir
de la
monotonía de sus vidas, porque
sus vidas
no están enfocadas tan
sólo a
la monotonía del Espacio,
a la
repetición de lo ya
conocido. Para estos, la
vida es
renovación constante, aventura, aprendizaje,
experimentación, Amor, Sabiduría,
y también
Incertidumbre.
La vida de
estos
pocos es
como una
línea
recta; no viven dando vueltas,
de aquí
para allá,
agotando
sus días en
un sin
sentido,
tratando
de llenar
sus vidas,
ciegos a la Realidad que les rodea,
dejándose guiar por otros
más ciegos
aún, que
les seducen con falsas promesas de
seguridad, placer y felicidad.
No puedes sacar
provecho a tu vida si
no sabes
quién eres,
si no
conoces el origen mismo de la vida
que te
anima, si ignoras la trayectoria del
Tiempo, el cauce por el que
corren nuestras vidas, individuales y colectivas.
¿Quién eres en
realidad?
Analiza las tres
voces que
hay en
ti.
La primera, quiere Ser siempre.
La segunda, quiere Tenerlo todo.
La tercera, quiere Saberlo todo.
¿Quién es quién?
En
las respuestas anteriores hemos
revelado la Trinidad que hay
en
todos y cada uno de los seres
humanos.
Todos somos Atención, Razón
y Voluntad.
Yo Soy, dice la Atención.
Yo tengo, dice la Razón.
Yo sé, dice la Voluntad.
¿Cuál es
nuestra verdadera identidad?
Los grandes filósofos han
tratado
de responder
a esta cuestión, pero
aún hoy
sigue confusa la relación entre Mente, Voluntad
y Libre
Albedrío.
Fue el filósofo alemán,
discípulo
de Kant,
Arthur
Schopenhauer quién afirmó que
la Voluntad es
el verdadero
Ser, que
representa la fuerza esencial
de lo
real y
que la
acción de la Voluntad
es irracional.
Esta respuesta, con
ser de
las más
aproximadas, necesita verse aclarada,
así como
la creencia actual que
confunde
la Voluntad con el Libre
Albedrío.
Vamos, por tanto, a definir
estos
conceptos con mayor precisión,
porque resulta necesario para poder
comprendernos a nosotros mismos.
El Libre Albedrío es
la Atención. Yo Soy
El cuerpo y
la mente es
la Razón.
Yo tengo.
El campo eléctrico es
la Voluntad. Yo sé.
Conocer el origen
de la
Atención, la Razón y la
Voluntad
nos dará
una mayor
comprensión de quienes somos
en realidad.
¿De dónde procede
la Atención? ¿Por
qué quiere vivir para siempre?
La Atención
no procede del Espacio ni
del Tiempo.
No está construida
con magnetismo, como
el Espacio.
No está construida
con electricidad como
el Tiempo.
La Atención
es Espíritu.
La Atención procede
de una
REALIDAD que existe más
allá del
Espacio
y del Tiempo,
más allá
de la
Tercera y la Cuarta
Dimensión.
Nuestra Atención
es un fragmento
de la
Atención
MAYOR,
LA UNIDAD
con mayúsculas,
que lo contiene
TODO, DIOS
PADRE, EL UNO.
La Atención no
nace de
Padre y
Madre. La Atención es Espíritu,
no tiene
principio ni final, es Eterna,
es LA
VIDA.
La Atención no
nace, sino
que se emancipa de DIOS
PADRE.
La Atención
es Principio de
Vida Eterna con
Libre Albedrío.
Una vez emancipada
de DIOS
PADRE, la Atención, el Principio
Rector,
no tiene
memoria propia. Es Libre
Albedrío que en su
principio lo ignora todo.
Por ello, para
tomar conciencia
de la
Realidad que es el Espacio,
La Razón
de Dios y el Tiempo, La
Voluntad de Dios, la
Atención necesita un cuerpo
hecho de
Espacio, de materia, y
otro
de Tiempo,
de Luz.
Un cuerpo visible y otro invisible.
El cuerpo visible
es la
Razón, el invisible es la
Voluntad.
La Razón es
la Memoria
del Espacio,
la Voluntad es
la Memoria
del Tiempo.
La Razón está construida con
magnetismo,
como el
Espacio.
La Voluntad
está
construida
con Electricidad, como
el Tiempo.
La Atención es
quien contesta cuando te
llaman por tu nombre. Su
residencia habitual está detrás de
tus ojos.
Puede “tocar” a distancia. NO
se mueve
de aquí
para allá, no se dirige por
el Espacio
ni por
el Tiempo.
La Atención
los trasciende.
Simplemente “se sitúa” aquí o
allá a
velocidad instantánea.
¿De dónde procede
la Razón?
¿Por qué quiere tenerlo
todo?
Ya sabemos que la Razón
es el
cuerpo y la mente.
Es nuestra memoria del
Espacio, nuestra Conciencia espacial,
registra
los movimientos por el espacio. Nos
sirve para
movernos por él, es nuestra memoria superficial, nuestra memoria
Reactiva, es independiente
de la
Voluntad
y pretende sobrevivir por
encima de todo.
El Principio de
la Razón,
su mayor
anhelo, es la Seguridad.
El origen de la Razón
está
en este mundo
tridimensional, sus raíces se
sumergen en lo más profundo de
la Tierra.
Muchas generaciones yacen bajo sus
pies, como
memoria de otra Realidad ya
pasada, ya integrada en
la Memoria
del Planeta.
La razón es
memoria con presencia física, ella
representa la memoria de
todas las
generaciones que la han
precedido, memoria que vamos sumando
generación tras generación, trasmitiéndola de
padres a hijos a través
del ADN.
La razón está construida con
espacio, materia, y está sujeta a las leyes
que rigen
el Espacio.
Es decir,
nuestra
Razón funciona igual que el
propio Espacio. Ambos crecen sumando Energía, sumando
Memoria.
Así como el
Espacio es de naturaleza
material,
magnética,
negativa,
atractiva, gravitatoria,
que atrae para
sí todo
lo que
puede atraer, como
la Tierra.
También la Razón es una memoria material, magnética, negativa, atractiva,
que resulta ser posesiva hasta más
allá de
lo razonable.
Quiere tenerlo todo,
disfrutarlo todo.
Nunca se
conforma.
SIEMPRE
PIDE MÁS.
Esta memoria es autónoma, no
la llamamos
Razón porque
sepa razonar
bien, sino
por todo lo contrario, porque
no gasta tiempo
para razonar,
ante
cualquier situación, en cualquier peligro, la memoria reactiva se
limita
a reaccionar
del mejor
modo que
sabe, para sobrevivir mejor.
Sin pararse
a considerar
si deja
en peligro
a los
demás.
Es del todo Irracional.
Al contrario que la
Atención, la Razón si nace,
si tiene
padre y
madre. En el Universo, la Razón, se
hereda siempre de una madre.
Nuestra
madre representa a la madre
de todos
los Espacios.
DIOS MADRE.
Todas las razones
tienen un principio y un
Final en
el Tiempo, pero, para la
Razón, la muerte es tan sólo
renovación, un paso más hacia su
perfección.
Un paso necesario
que ha
de dar
cualquier semilla que se desprende
de la
planta
madre al llegar el Otoño,
para renovarse
en la
siguiente Primavera y seguir
completando y perfeccionando
la memoria de la especie
a la
que pertenece.
Nuestra Razón
es memoria con presencia física que
se integra y se desintegra para volver a
integrarse
en la
siguiente generación, como cualquier
otra semilla del Espacio
Tridimensional.
Es importante para
todos, comprender que nuestra
Razón es
un espacio
material
dentro del Universo y como
todos los
espacios con lugar propio en
el Universo
tiene tres dimensiones: largo, ancho y
alto.
Pero tener tres
dimensiones no implica estar
vivo, porque
al morir,
seguimos siendo tridimensionales. La vida no es
visible en el Espacio, no
pertenece
al Espacio.
En el Espacio sólo podemos
ver la
muerte,
porque la muerte es propia del
Espacio y la reconocemos por su inmovilidad,
su falta de calor y
su rigidez.
Un cadáver tiene
largo, ancho y alto,
sin embargo,
no se
mueve, es rígido y
frío como
el Espacio.
¿Cuál es
la diferencia entre
estar vivo o estar
muerto?
Una Razón sin
vida no
tiene movimiento propio.
Al momento de morir, todos
los órganos pierden su movimiento, su
calor y
su flexibilidad.
¿Qué sucede realmente
al morir?
¿Por qué perdemos
los signos de
la vida que
reconocemos como
movimiento, calor y flexibilidad?
¿Qué o quién nos
da los
signos
visibles de la vida?
Porque la vida, en sí misma, no podemos verla.
La vida es como el viento, podemos ver el movimiento que produce
en el Espacio, pero el viento mismo no podemos verlo.
El Espacio tridimensional
es frío, es
rígido,
es inerte. El
calor, la flexibilidad, el movimiento,
no son
propios del Espacio, sino del
Tiempo, La Cuarta Dimensión.
Es el Tiempo, de naturaleza eléctrica, invisible,
quien construye y
alimenta nuestro campo eléctrico, la Voluntad.
¿De dónde procede
la Voluntad? ¿Por qué quiere
saberlo
todo?
La Voluntad
es nuestra memoria
del Tiempo.
Nuestra
conciencia temporal, registra los sucesos del Tiempo y con
ellos va
construyendo
su memoria.
Es nuestra memoria profunda, nuestra memoria
Reflexiva, es independiente de la memoria de
la Razón,
en realidad,
ambas memorias
son opuestas y a la vez complementarias, como nuestra
mano izquierda
y nuestra mano
derecha.
El Principio que
rige a
la Voluntad, su
mayor anhelo,
es La Libertad.
El origen de la Voluntad no
está
en este mundo
tridimensional, sus raíces no
están en el Espacio sino
en el
Tiempo. Ella se nutre
del Tiempo,
no crece
sumando memoria, no es magnética como
la memoria
del Espacio.
La memoria de
la Voluntad es
invisible, inmaterial, como
el Tiempo.
Es Luz.
La Voluntad
no crece
sumando memoria como el Espacio,
sino que
crece restándose como el
Tiempo. La Voluntad trae
del Tiempo
su propia
inspiración y crece renovándose. En la medida
que, entrega su
vieja inspiración,
va recibiendo
del Tiempo, su inspiración
nueva.
La memoria de
la Voluntad, de
naturaleza
eléctrica,
como la
electricidad
que todos
conocemos, no está hecha para
ser guardada
o almacenada
sino para
hacerla correr, para ser consumida,
sin miedo
a agotarla, porque
el saber
que puede
alcanzar la Voluntad
resulta
ser inagotable.
Nuestra memoria
del Tiempo
es interactiva,
necesita relacionarse, comunicarse, enseñar lo que sabe.
Aprende enseñando, tiene inspiración propia,
y cuanto mejor enseña
más inspirada
se encuentra.
Es un Principio Universal que
la Energía, y la Memoria
es Energía, siempre
se mueve desde donde hay MAS
hacia donde
hay MENOS.
De modo que, la clave para
hacer crecer
nuestro
saber es
enseñar lo que sabemos, cuanto antes,
a quien
más lo
necesite, a quien tiene
hambre de saber.
Así, en la
medida que enseñemos más, más
saber recibiremos
del Tiempo,
mayor será nuestro campo eléctrico,
mayor será
nuestra
Voluntad,
mayor será
nuestro
Poder Real.
Guardando lo que
sabemos, la Especie Humana no
crecerá en Sabiduría, y nosotros mismos
perderemos la Inspiración que tanto necesita nuestra Alma,
es decir
nuestra Voluntad.
Por su propia naturaleza,
la Voluntad es reflexiva, analítica, lógica.
Tiene
sed de
saber, quiere saberlo todo.
Es memoria eléctrica, positiva,
expansiva,
generosa, que
disfruta
enseñando lo que
sabe.
La Voluntad
es hija
del Tiempo,
hija de
la Verdad
que esconde
el Tiempo.
Es por
eso, que ella adora, por
encima de todo, LA VERDAD, fundamento
de la
Libertad.
Si, como ya
sabemos, la Atención goza de
vida eterna, no
nace, no
tiene principio
ni final,
al contrario que nuestra Razón
material,
sujeta
a las
leyes del
Espacio, que nace para morir, para
renovarse, para perfeccionarse un
paso más
en cada
generación.
La Voluntad
no es
eterna
ni tampoco
es mortal, está construida con
memoria del Tiempo, memoria de
naturaleza
eléctrica,
invisible, inmaterial, memoria que
tiene en
cada uno de nosotros
un principio,
el principio de nuestra
memoria propia, individual, que
nos va
dando identidad, conciencia de quienes somos. Esta memoria
que construye nuestro
cuerpo invisible, la Voluntad,
tiene por
tanto
un principio, pero no tiene final.
Es Inmortal.
La Atención. ES ETERNA. Yo Soy el que
Soy
La Razón. Es
mortal.
Yo Soy el que tiene.
La Voluntad.
Es Inmortal. Yo Soy
el que
sabe.
Dicho de otro modo:
La Atención
es Espíritu y procede
del ESPÍRITU.
La Razón es
Espacio
y procede
del Espacio.
La Voluntad es
Tiempo y procede
del Tiempo.
Y así es como
se identifican
nuestras
tres voces:
Yo Soy la Atención, el libre
albedrío.
Soy quién da
la Vida
a la
Razón.
Yo Soy la Razón,
la conciencia del Espacio,
tengo presencia
física.
Soy la Memoria
Magnética.
Yo Soy la Voluntad, la conciencia del
Tiempo, mi presencia es luz,
Soy la Memoria
Eléctrica.
De modo, que la Razón es
Espacio,
frío, inerte, muerto
Quien le da vida es
la Atención.
Quien le da movimiento es
la Voluntad.
Cabe ahora reflexionar más
en el
verdadero significado de la
palabra Tiempo.
La realidad del
Tiempo que vivieron nuestros
abuelos no es la misma
realidad que vivieron nuestros padres,
ni es
la misma
que vivimos
nosotros.
La realidad que
vivimos hoy, no es la
misma que
vivimos ayer, ni será la
misma que
viviremos mañana.
El Espacio que
conforma
la Realidad
en que
vivimos no para ni un
instante, está en continuo movimiento, en
un cambio
permanente. De instante en instante, el
presente cambia, se mueve, siempre
hacia delante, hacia
el futuro y
esta
sucesión de movimientos, de instantes,
van grabando,
van alimentando y
construyendo
nuestra
Memoria.
Percibimos el Ahora como
una sucesión
de instantes,
movimientos, a una velocidad
constante.
A este movimiento del Espacio,
a esta constante
sucesión de movimientos en
el Espacio
lo llamamos
Tiempo.
EL MOVIMIENTO
DEL ESPACIO ES EL TIEMPO
El Tiempo es
movimiento, la velocidad constante a la que se
mueve el
Espacio.
Para entenderlo
mejor, observa el funcionamiento
de una
película
de cine.
La película representa una sucesión
de instantáneas,
instantes fijos,
que al
verlos a una velocidad constante cobran movimiento.
Si frenamos la
velocidad a la que visualizamos
la película, el
movimiento de las imágenes se ralentiza y si paramos del
todo la
velocidad, la ilusión del movimiento se desvanece,
la película, como
el espacio,
no tiene
movimiento propio.
El movimiento es el
Tiempo
El Tiempo es la
velocidad que
nos hace
ver el
Espacio
en movimiento.
El movimiento
del Espacio es
pura ilusión,
quien en realidad
se mueve es
el Tiempo.
El Espacio no tiene movimiento propio.
Para terminar de
responderte, Alfredo, vamos
a repasar
lo más
importante para llegar
a la
conclusión final sobre la muerte.
Creemos que
el Espacio en
el que
nos movemos
y vivimos está
vivo,
como
creemos
que nuestra
razón, nuestro cuerpo físico tiene vida propia. Pero
esto es
una ilusión.
La vida no
pertenece
al Espacio,
el espacio
es materia inerte, oscura,
fría.
Cualquier espacio material
en este mundo,
tiene tres dimensiones, como cualquier
cadáver, pero para verlo cobrar movimiento, necesita del
Tiempo. La Cuarta Dimensión.
Dicho de
otro
modo, la
Voluntad
invisible.
El Espacio no puede moverse sin
el Tiempo.
La Razón no puede moverse sin
la Voluntad.
El Tiempo es
de naturaleza eléctrica, como
la Voluntad,
Sin electricidad
no hay
movimiento.
Quien anima el
Espacio
es el
Tiempo.
Quien anima
nuestra Razón, quien le da movimiento
es la electricidad
de la
Voluntad.
Sin campo eléctrico, sin
Voluntad,
la Razón
es como
un robot
sin batería eléctrica.
Es tan sólo
un montón de
materia
ordenada.
Espacio sin
Tiempo es materia inerte.
Es Muerte.
La Voluntad
no puede
morir, ya lo hemos explicado,
se construye con
Tiempo y necesita muchas vidas
para ello.
La Razón es
pues, una
marioneta muerta, un
cadáver, sin la electricidad
necesaria para mover el corazón,
las neuronas,
el sistema nervioso,
y en
definitiva, cada
órgano, célula, molécula, átomo y
partícula
que dan
su forma
al cuerpo
humano. La Razón humana.
Sin la Voluntad no hay
cuerpo
que se
mueva
por sí
mismo.
El feto se mueve
en el
vientre
materno
gracias a la electricidad
del campo
eléctrico
materno, es decir, la Voluntad de
la madre.
De modo
que, si
al separar
al recién nacido de su
madre, no se ve ocupado
por una
Voluntad,
la Razón
no cobra movimiento.
Fuera del campo
eléctrico
materno
sólo puede
desarrollarse un cuerpo sin vida,
un espacio ordenado, una Razón
inanimada.
Al estar construida con
electricidad,
la Voluntad es
invisible, pero igual que la electricidad deja calor a su paso,
también la Voluntad, nuestro campo
eléctrico,
calienta el cuerpo y vamos
dejando un rastro de
calor por
donde vamos.
De modo que
resulta
lógico y es lo normal, que cuando
la Voluntad regresa
al Tiempo
del que
ella procede,
bien por
enfermedad,
accidente o vejez, la Razón se
queda inmóvil, fría, rígida, como
lo que
ella es,
un espacio
sin tiempo,
sin electricidad sin Voluntad.
Como ya puedes
comprender, Alfredo:
La Razón no puede morir
¡Porque jamás ha estado viva!
Como ya sabes:
La Vida es
de la
Atención.
El movimiento es de
la Voluntad.
¡Qué gran
ilusión, es hacernos creer que
no hay
más vida
que la
que podemos
ver en la Razón!
Como puedes ver, Alfredo,
también el mayor ilusionista...
ES DIOS.
Fin de la respuesta.
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